Chufi Chefons

De Relatos De Magdaleno Coucourouche Estaba en Colonia, a miles de kilómetros de casa, y sólo, y homeless. Abrí los ojos y pude ver su rostro acercándose al mío, el balconillo era de piedra, y de él me levanté gritando contra ese homosexual beso traidor. Ahora lo rememoro como lo que fue, un teatro. Al llegar a Colonia desde Bruselas, donde me había prostituido para conseguir viajar, con un marica que buscaba en la estación de autobuses un solitario, y me encontró, me llevó al Hilton y tras una ducha mía propia, me acosté en su cama y me hizo una paja. Le estuve pidiendo putas para amenizar el acto grotesco pero hizo caso omiso, a la mañana me puse en dirección a Colonia.  Yo salgo al jardín con las zapatillas puestas cuando llueve, y se me empapan en el patio cubierto de agua, ¿por qué no habría de irme a París con doscientos euros? Pero llego a Colonia y me encuentro con un homeless con un perro, un cruce de pastor alemán de mediana estatura, que me habla, el hombre, y no le entiendo

Sinopsis: "En busca de la verdad" es un documental intrigante y revelador que sumerge al espectador en una apasionante exploración de la verdad y su complejidad en el mundo contemporáneo. A lo largo de sus episodios, este documental viaja por distintas culturas, tiempos y lugares para examinar cómo se percibe, se moldea y a veces se oculta la verdad. El documental busca responder preguntas cruciales como: ¿Qué es la verdad? ¿Existe una verdad absoluta o es siempre relativa? ¿Cómo afecta nuestra percepción de la verdad a nuestra visión del mundo? Para ello, presenta entrevistas con filósofos, científicos, historiadores y personas de a pie, cada uno con su propia perspectiva sobre qué es la verdad. Con una narrativa envolvente, "En busca de la verdad" nos lleva desde las cavernas de los primeros filósofos, pasando por los tribunales de justicia modernos, hasta los laboratorios donde los neurocientíficos intentan desentrañar cómo percibimos y procesamos la verdad. Conc

Han acabado por dejarme en la habitación del sótano. Una putada. Lo que menos soporto de todo este lío que se ha formado, es que la vaquita hable. No es en sí, tampoco lo de que hable, sino el que no me lo hubiese advertido primero. Oyéndome a mí, hablar a mí, decir, divagar durante días y días empozado como estaba , hasta el cuello en el idílico barrizal en el que se ha acabado por convertir este bucólico y fangoso pseudo-monasterio, donde se suponía iba a encontrar la paz de espíritu, la anhelada cura milagrosa contra este mal que me aqueja. Pero la tormenta soy yo, yo. Y cuando creo haberlo visto todo, superado todo, aparece algo novedoso que aumenta la jodienda, y ahora con estas, hasta las vaquitas hablan.

Tú y yo, yo y tú unidos por las letras y los pinceles alabamos el genio que habita en cada cielo de nuestros cortejos. Amistosas manos se aprietan repican las campanas el sabor del arte una paloma aletea un cuervo muerde la paloma gime el cuervo retrocede. Sin embargo palabras y lienzos que se quieren, comulgan más allá de todo lo dicho, de todo lo que quede por decir. Candiles de nácar inundan la noche santa versos, rimas, colores nos atrapan en un baile de máscaras ambiguas donde brillan las estrellas en los marcos y los astros se retuercen entre tinta hasta que la tierra explota y se muere el cuervo y la paloma y se sueltan las manos.

Solíamos bajar al río. Joe, Dick y yo. A veces nos acompañaba la pequeña Madelaine, pero esto no sucedía muy a menudo pues resultaba patente el malestar de Joe en cuanto Dick, o yo, comenzábamos a rondar a su hermanita. En estas cálidas tierras del sur, es frecuente a los catorce o quince años el que una jovencita se haya casado, y cargue con la responsabilidad de uno o incluso dos chiquillos, solo que Joe estudia en la ciudad y conoce del mundo y cree que esto no es lo correcto, o al menos, nos dice él, no lo que desea para Madelaine. Ellos son huérfanos y Joe en verano, en los calurosos meses de Julio y Agosto, se ocupa de la pequeña hacienda heredada de sus padres, el infortunado matrimonio Wishpool. El resto del año es el tío Willy quien botella en mano deambula por la finca. El otro tío, Edmon, se ocupa de los gemelos en San Ignacio, solo que siempre anda demasiado ocupado como para dejarse caer por el pueblo, así que en lo más profundo del verano del más profundo sur, Madelaine,

Me van diciendo, aquí allá veo retazos y reconozco la situación. Me van diciendo, comprendo. Yo les miro, les miro y mis ojos revelan sorpresa, sobresalto. En mis ojos, en los míos donde yo no consigo afirmar nada, ellos distinguen la claridad. Magos, embaucadores, soeces hombrecillos, mujeruchas arrogantes. Pienso en si convendría dar un portazo al salir pero decido cerrar la puerta con suavidad.